Con motivo de la celebración, el próximo 25 de junio, del Día Mundial del Vitíligo, a lo largo de este mes vamos a analizar las principales cifras e informaciones alrededor de esta afección de la piel que se caracteriza por la presencia de manchas blancas.
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de entre el 2 y el 3% de la población mundial padece vitíligo. Se trata de una enfermedad de la piel de origen desconocido que provoca la destrucción de los melanocitos, responsables de la producción de melanina y, por lo tanto, de la pigmentación de nuestra piel.
Afecta en mayor medida a las mujeres y en la mayoría de los casos (70-80%) los primeros síntomas aparecen antes de los 30 años.
En lo que respecta al origen de la enfermedad, se ha observado que factores como el estrés, las quemaduras solares o el uso de determinados medicamentos o químicos pueden desencadenar la enfermedad, aunque la teoría con más fuerza le atribuye un origen autoinmune.
Esta teoría se ve reforzada por el hecho de que se relaciona al vitíligo con otras enfermedades de tipo autoinmune, como la diabetes, la anemia perniciosa, la enfermedad de Addison o enfermedades tiroideas.
También existe cierto componente genético, ya que alrededor del 30 % de los pacientes tiene antecedentes familiares de vitíligo.
Existen diferentes tipos de vitíligo:
- El TIPO A o segmentario, que es el más común y que se caracteriza porque las manchas aparecen de forma simétrica, repartidas por todo el cuerpo y de forma progresiva a lo largo de la vida.
- El TIPO B, no segmentario o focal, que se origina mayoritariamente en la infancia y la juventud y se caracteriza porque es más estático y localizado (manos, cara, zona genital, etc) y la aparición de parches nuevos tiende a cesar después de un año.
Las manchas provocadas por el vitíligo se localizan de forma mayoritaria en zonas que normalmente están más pigmentadas que el resto del cuerpo, como la cara, las axilas, ingles, dorso de manos y pies, codos, rodillas y tobillos.